MURO.S.PAPEL

Psicología del Arte (UNA-2020-II)

“…Capas de tiempo y de sucesos, sucesos reales y traumados en significaciones sociales.”

Prof. Irene Accarini
La máquina de escribir de mi abuelo paterno, historiador, aquí como parte de la pintura “Urcunina” 2018.
Objeto intervenido por mi abuela materna, que acostumbraba envolver con hilo, papel, tela, todo lo que encontraba a su paso desde que fue diagnosticada con Alzheimer. Este post es un recordatorio del día en que falleció, 25 de marzo de 2018.

UNIVERSIDAD NACIONAL DE LAS ARTES
Departamento de Artes Visuales Prilidiano Pueyrredón


ESPECIALIZACIÓN EN MEDIOS Y TECNOLOGÍAS PARA LA PRODUCCIÓN PICTÓRICA


CLIP 5
MURO.S.PAPEL


Mónica A. Quijano López
Seminario: PSICOLOGÍA DEL ARTE
PROFESORA
Lic. Irene Leonor Accarini


Pasto (Colombia), diciembre 2020

.Es hora de cantarte como los pájaros, y olvidar que tienes todas las respuestas.

SALMO 0.

EL ACCIDENTE RE-CONTADO

(El) dibujo que de accidente se convierte en pintura… Esta es la convergencia hallada, traída a la superficie de una historia que luego de recontar –releer- rectifico (valga el formalismo) sobre una mariposa pintada, una mancha fijada sin remedio, mi primer recuerdo de un ejercicio “de artista” (entendido como el momento de ser visto como tal, cuando se ejerce esa “extimidad” del obrar para- y frente a otro y presumiblemente ser reconocido como-). Ahora recuerdo que no pasó de la manera en que lo escribí, no estaba yo en principio pintando ninguna mariposa, y la imagen tiene esa luz que me da a entender primero, que es como un sueño (febril y de la infancia) y segundo que el papel estaba aún vacío o la luz era lo que acaparaba toda mi real atención. “La luz es como el agua” titula García Márquez uno de sus cuentos peregrinos, y creo que es cierto; debe ser por eso que es lo que la reemplaza en todas las cosas que pienso y hago, a tal punto que a veces su efecto es suficiente para que una superficie quede completada, sin hacer más, de pronto es entender esa profundidad/ vacío abismal puramente como superficie; y ese carácter equívoco o transmutador que asume en el recuerdo y la ensoñación es todo lo que queda de ese soporte en que intentaba pintar un algo invisible, indefinido, antes de que pasara aquella niña espectral y, en este orden y no el anterior, se volcara la tinta y entonces me enfrentara con el accidente al tiempo que el ya propiamente reconocido oficio del artista: “representar”. De ahí salió la mariposa, un dibujo que por los gordos trazos obligados terminó siendo pintura.

Yo seguí dibujando por muchos –casi todos los años-, pero esa mancha sería la imagen de destino reiterada que en lo sucesivo produciría acumulaciones varias y azarosas de capas con o sin sentido, al encontrarme lo mismo ante un muro, una sábana, un papel (soportes de la imaginación como esa pantalla que digo se ilumina en un lugar indeterminado al cerrar los ojos). Habla(mos) de convergencias del signo expresión primigenio y el signo hecho carne en la Palabra y la escucha. Ahora vamos con los señalamientos. Manifiesta la cosa de ser “artista” en ese algo intersticial… de ser soñado, ser hablado, ser mirado (y eventualmente nombrado, como al principio pero de nuevo), no veo que esté separada de las formas en sí –por y para sí- de vivir y de hacer, así que en ellas está todo cuanto pueda ser atestiguado, dicho y creado, exhibido, puesto en relación, singularmente retratado.

1. INSISTENCIA DE LA LENGUA


Me cuesta no pensar todo, no hablar de todo como juego (de palabras). En el re-tratar las frases incompletas tuve que hacer caso omiso de ese impulso inicial de siempre hacia el sin-sentido intencionado.

De Samuel Beckett quedé persuadida de la futilidad de todo intento de salir del absurdo del lenguaje, no obstante esa plena convicción (como la luz plena y reiterada en “fuera todo lo extraño”) de que lo único que (nos) queda es horadar (es un suplicio compartido) en ese lenguaje, visto muy al modo de Lacan refiriendo a “la Cosa” heideggeriana. Vengo ahora a completar esto en mi experiencia reciente con la fascinación que me puso en la tarea de iniciar la lectura de “Specters of Marx” sólo por una palabra (sin detrimento alguno de la cabal magistralidad de la obra de Derrida que me ha atormentado desde mi primer encuentro con su inter-faz en forma de libro, traducido e ilustrado); esa palabra, “hauntology”, es la que define la forma que asume mi OCD de la temporada. Y es una insistencia de la lengua, de todos modos; encapsulada como está en su orificio contenedor, cercada de dientes y labios y proyectada desde cavidades que vienen y dan de lleno a las entrañas, es ella, maquinando signos en teclas y rayas y trinos contados (y cantados) sobre lo que no puede ser, porque no puede decirse (¿o sí?).

“Mal visto, mal dicho”, repite Beckett una y otra vez en ese laberinto de cajas de resonancias, para lamentar, renegar y burlarse de lo imposible de ese lenguaje, y del orden mismo de las cosas, de sí mismo, y de mí. De órdenes de lo percibido y lo manifestado, entre lo imaginario, lo simbólico y nunca suficientemente distante próximo de lo real, apenas intentamos desplazamientos del lugar (tiempo) fuera de la Cosa y su lugar en sí, en un sinfín de actualizaciones de esa zona de afectividad primera, esperando un real. Para Beckett horadamos, lo cual puede hacerse suficientemente bien en casi toda superficie –menos en el lenguaje- (ese mismo inconsciente o lugar inaccesible de habitación de la experiencia traumada); para mí él y sus movimientos recalcitrantes de palabra hicieron retorno del espacio del objeto íntimo perdido-vivido (y recuperado) en la representación. De él ya no se me apartará más el valor singular de esa horadación de la experiencia “traumada” del lenguaje, en palabras de la maestra Irene Accarini “capas de tiempo y de sucesos, sucesos reales y traumados en significaciones sociales.”

Pongo en ejercicio entonces esa lengua investida de los atributos de ambos lugares, tanto el de la marca fundante como la frontera de lo que del lenguaje puede ser expresado. Antes de esto ya solo puede decir de mí, que tras esa “primera respiración” del nacimiento, mi propósito se trata de manifestar algo que está entre la cabeza y el corazón.


A. RE-TRATO (frases incompletas del primer al último intento, resueltas separadamente, sin referencia entre una y otra, acá puestas en comparación)

Lunes 7 de septiembre 0Lunes 7 de septiembre 1Sábado 5 de diciembre X
   
   
 [mancha de saliva]     
  1. Creo haber vivido ………………………………………….
Si. No. Poco. Mucho ¿por qué siempre palabras?.en un tecladorodeando el vacío.
  • 2. Siempre olvido……………………………………………… .
.+. [t0d0] (y cómo se canta.       Que son palabras..mañana

callar la voz.  
  • 3. Había una vez……………………………………………….
es vez. Des-RE-ves tes eses y es, mala idea.todavía no empezaruna palabra (una cosa).
  • 4. El agua entre los dedos me recuerda………………..
todo lo de arriba. Y nada..tener que empezarla luz de los sueños (la infancia).
  • 5. Injertaría la palabra …………en un cuerpo…………….
la palabra vos en un cuerpo de sonido. Eso era ↑ , el sonido (pregunta de arriba)..luz. en un cuerpo .sin nombrela palabra  Vos en un cuerpo sin nombre.
  • 6. Siento la presencia del vacío cuando…………………..
canto. (¿Pero qué tontería digo? Yo no canto.).intento escribircierro los ojos/ dejo de ver.
  • 7. Los sueños transitan un tiempo de…………………..
-ESPERA-. [pensé miseria, pero no]. sábanas en una pradera quemada frente al hombre aquel, que no reconozco.fatigas nunca convenientes.inmobilidad.
  • 8. …………………………………..me empuja a la plenitud.
la velocidad [tachón] de un tren (sin ver)No pensarEscuchar
  • 9. Si entrecierro los ojos veo…………………………..
LA PINTURA como es. –Eso lo dijo un profesor una vez.- (Que  abro la boca automáticamente).Pájaros descoloridos……………….. (lo que no hice ayer)  me veo, te veo (el muro, el papel, en el medio, la Cosa).
  • 10. Un retrato muestra…………………………………..
lo que tu corazón oculta. eso. los mil pliegues en que sellé ese recuerdo. lo evidente.muchas vidas (lo que no hice ayer)……..un agujero, un cuerpo que trata, un-ser-Otro, (un) in-nombrable, un fantasma.

Agua

agua

agua

Cuadro de texto: ¿importa el equilibrio?

(muy pronto a la pág. Siguiente…)

  • 11. Mi modo de hacer ………………………………………..
▲►[sobre la mancha] BABA, bla bla   ¿espero hasta que se seque?  .nunca se contenta con esohueco (horadar): insistencia de la lengua anudada (volúmenes de registros enrollados y desplegados con o sin sentido).
  • 12. No se le puede poner prisa a………………………………………
eso, el secado. Ni a la pena. A empezar. A terminar.a l viento, las palabras, esoL amor, la espera – la caída.
  • 13. No ceso de preguntarme, ¿por qué………………………………?
me cuesta tanto eso? Y siempre tener que volver atrás.no palabras?tan pocos?
  • 14. La propia historia toma sentido a causa de………………………
las otras y tener que contarla entre ellas.unoellos (los otros).
  • 15. A mi autorretrato no le debería faltar…………………………….
el lunar la mancha lunar Todo lo anterior …   |quedarse pasmado como.tu (inter)faz.
  • 16. 

 [BLANK.ET]

    Abajo. Hoy. 6      .      [BLANK.ET]  

eso, el lunar y .sesever sol

“Lo primero que se te ocurra” es bastante engañoso… sobre todo con un papel (o pantalla) de por medio.

+ y todavía no ha secado. –

 

“if the readability of a legacy was given, natural, transparent, univocal, if it did not call for and at the same time defy interpretation, we would never have anything to inherit from it. We would be affected by it as by a cause –natural or genetic”.
Jacques Derrida, Specters of Marx: The State of the Debt, the Work of Mourning and the New International.

2. ¿POR QUÉ NECESITAMOS (A UN ALGO O ALGUIEN CUALQUIERA) DIBUJARLO, ESCRIBIRLO, CONTARLO?

No tengo intención alguna de responder (al menos no en este espacio) esa pregunta; creo que ella contiene en sí todo cuanto la autoriza para aparecer ahí, sin más. Y hay respuestas inaccesibles aquí. El mundo inescapable es el aural, según R. M. Schafer (y alrededor mío sus maestros los pájaros y el “vacío”). En “cuántos pájaros“ (trabajo de grado en el que “retraté” a mi familia) lo que hacía era despedirme del mundo unívocamente visual, retornando.


Hay un sujeto des-conocido del recuerdo y sin embargo ampliamente relatado que me impulsa a retratar cuando lo hago. También la curiosidad sobre el lapso en el que ubico mi trasegar de repeticiones de esa experiencia originaria y que hace que el espacio que me separa de mí misma a través de la pérdida (re-conocimiento) del Otro, ese agujero, lo que hace única y entrañable cada singular fijación de una imagen, eso “no-realizado (aún)” me mire por un momento. Sea esta bitácora el momento de re-abordaje de un proyecto pensado de retrato que llevo tiempo intentando, desde el reencuentro físico con mi familia afrontando el Alzheimer de mi abuela materna. Esa primera instancia abordó la recuperación de una memoria íntima que en la pintura quiere ser apropiada como colectiva. El eje temático fueron los múltiples acercamientos –quizá terapéuticos- del cuidado y el compartir a través del quehacer cotidiano, y la noción de la memoria como pérdida (asumida) en varios sentidos.


Y al fin, la imagen (revelación) recuperada:


xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx El hombre y la mujer del “sueño de Mónica”


a cargo en mi memoria, del maestro Diosco.

Tomo para esta ejecución final de aquel primer proyecto, la “performance” que para muchos, incluido mi director, no fue más que un invento (si bien publiqué una invitación con título, fecha y hora –que cumplí a cabalidad, más como un ritual de despedida entre el muro de la Escuela (sujeto), la tela en blanco (objeto) y mi acción (proceso)-) lo referido por la maestra Accarini sobre René Guitart «(Entre lo evidente y lo extraño) el autor encuentra la razón del fenómeno en el olvido, de algo sabido desde siempre, siendo lo verdadero de lo vivido, lo fundante que sostiene los dos registros de evidencia y extrañeza, verdad que también pulsa entre ambos registros. En mi observación, entre una pulsación y otra, se nos revela una distancia y no tanto una fusión, una distancia entre lo ya vivido y lo que se vuelve a encontrar, pues en la recuperación de la experiencia, algo pierde originalidad, algo entra en el plano de la reproducción, como nos enseña Freud es la estructura del deseo el rasgo de verdad que se impone como nexo idéntico entre lo evidente y lo extraño. Deseo que alguna vez fue la verdad del sujeto y ahora se percibe como extraño, al recuperarse en distintas coordenadas en la que aconteció por primera vez. De modo que la semejanza percibida de las situaciones entrañaría también una diferencia, esa diferencia es una razón transformadora, una potencia transformadora, la sensación de “ya vivido” no reemplaza lo olvidado, sino que equivoca lo “olvidado”, es su efecto.» Accarini, I. Seminario Psicología del Arte 2020.

La performance obró para mí como cuerpo actante la autorregulación que para el cuerpo del soñante es esa descarga del quehacer psíquico. Aún otra forma de retrato, como búsqueda de una ética y economía artística desde la dimensión que abre el trabajo psicológico y de memoria.

3. STILL, LIFE

Sigue siendo vida, esto está claro. La borrosidad y opacidad de las condiciones “mentales”, de las experiencias límite, del sufrimiento y el lugar esquivo de la satisfacción (nos) habla y golpea con la necesidad de un testigo, un vínculo signado. ¿Cuál es el segundo tiempo álgido de este retrato que empezó en el delirio infantil de una imagen que bordeaba lo pesadillesco, un hombre lánguido frente a una sábana que obraba a manera de pantalla y barrera entre él y la nada, algo prohibido o invisible, en medio de una pradera muda y seca? La sábana era igualmente carne, y una pantalla de luminosidades psicodélicas, lo único móvil de un escenario por lo demás suspenso, apagado en la mirada absorta del hombre, del sueño. Y no podría precisar qué fue, lo que sí puedo decir es que probablemente, por fuera de la oportunidad singular que se me presentó, relativamente tarde en la vida de estudiar Artes Plásticas (otro “sueño” de aquellos que no se me ocurrió tener sino hasta que pasó), esa es la imagen que me habla de la “experiencia traumada” a develar, la que me hizo pensar que el decodificador (si no el transmutador) era definitivamente la pintura. En todo caso no fue hasta el 2015 que, al segundo golpe (una situación personal vivida que me hizo conocer en carne propia el padecimiento del estrés postraumático) recién le puse cara a ese retrato no hablado. Antes había sido solo una still (quieta) life; ahora sigue siendo vida, aún; más allá de la “instalación de bodegones y de cuerpos” que son los sueños, a veces. Aquí resta intentar hallarse con el “-scape”, donde el retrato toma su forma definida. “Lo que no se interrumpe en el sueño es el deseo” menciona en las notas de la clase la profesora Accarini, y entre esos “principios de placer y realidad” en que me muevo (me detengo) de la ensoñación a la vida diaria está el diálogo, el accionar y el encuentro (o desencuentro, según), la materialidad de la pulsión en los procesos de esa búsqueda objetual (no objetiva ni objetivadora) del sujeto que soy –en los otros-, acá también al modo mismo de los sueños; entre ese temor y fascinación que “la pérdida de lo conocido (a través) de lo nuevo entraña” según se explica sobre la reproductibilidad de la obra para Benjamin, y el anhelo-aversión por la pérdida de una visión “real” –ya bastante contradictoria como planteamiento- de esa faz, esa figura que se instaura sobre el fondo mismo del lugar de mis (nuestros) traumas como retratado sin remedio, una y otra vez.

4. LO LOCAL -Y SINGULAR- COMO CON-FIGURACIÓN DE MUNDOS

Dicen que se trata de tener un testigo, y alguna evidencia; y alguien dijo que otro dijo, creo que en una película, “¿Qué es ese otro, sino un testigo de nuestras vidas? Para mí esto es (sólo) una imagen, un chiste visual, un documento. Que alguien más fotografió una vez. Acá es de mucha ayuda la referencia a la multiplicación de identidades que imposibilita ya la fijación de una “identidad histórica y nominal” y en últimas la apertura al público de los archivos y procesos presentada en “El tema de la elección y los registros” (I. Accarini). Desperdigados entre stories de 24 horas, documentos digitales (blocs de notas, pantallazos, últimamente audios), hasta la vuelta al abrazo acogedor y familiar de los materiales vívidos orgánicos y las texturas de mi pintura más “tradicional”, trato de componer los desordenados “episodios” (seizures) de algo que llamé, con toda la rabia todavía no vivida pero que habitaba en mí previo al asunto, “golpeteadas por entregas”, resumida (o explayada) para distintos formatos con todo y accidentes. Hablando de sueños y revelaciones que ya se hacen viejas… La distancia y la sustancia que nos topamos a cada rato en ese ese “tener que ver con trozos escogidos de la realidad” según Lacan en su Seminario 7. Y la extrañeza de eso “evidente” que nadie entiende. Hay algo en las imágenes que se fija, más allá de lo que vemos. Es el deseo, la necesidad, la pérdida. Es a lo que tanto le huímos y que siempre está ahí, en el punto de partida y de llegada. Es lo inevitable. El gesto que se niega a dejar de aparecer.

De aquí parto para anudar, conversar esta construcción casi barroca del retrato mínimo que tengo en mi cabeza, que, debo admitir, quizá no habría intentado formalizar en escritura si no fuera por este ejercicio, y que por alguna razón siempre pienso como tríptico (aunque esa configuración cede con el tiempo). Creo que es un modo de hablar del espejo y lo que hay en medio, y que recordé mientras consultaba lecturas, sobre mi experiencia en una cursada de apreciación del arte donde quise muy someramente juntar estas tres “figuras”: el autor de mi enamoramiento adulto por la pintura, Egon Schiele, la ruptura con las convenciones y la localización del ser psíquico que obró Freud, y como contrapunto los comentarios acerca de la lectura de la obra de arte del historiador Ernst Gombrich; la relación superficial que utilicé para titular el documento fue “tres provocaciones austríacas”, sin mucho énfasis en que eso fuera a profundizarse en el desarrollo del documento. Era sólo que en esos cruces entre los tres había una provocación para mi curiosidad lo que hallaba. ¿Tiene esto algo que ver con lo que sigue? Veremos.


Hay coordenadas o al menos indicios de procedencia, de actividad y de época en todo retrato; y a la vez hay un despojo más o menos universalizador que hace que el nudo se pierda entre múltiples capas de algo que quiere ser sentido (de sentir y de significar). Hay un conflicto de fronteras, entre la historicidad y la memoria, la intimidad y lo exterior con otros, que parecería querer ser borrado; además aparece una relación análoga entre lo que son esas imágenes origen-destino del proyecto de retrato y pictórico en general y las “zonas de afectividad primaria y secundaria”. Su espacio, como el de los sueños, que si pudiéramos en serio atestiguarlo sería una especie de andamiaje, es ese intermedio o lapso entre la luz/superficie/sustancia des-nudos (identidad pictórica)* y tiempo/hacer/origen re-plegados (identidad referencial)* al borde de acontecer. (*Jean-luc Nancy en “La mirada del retrato”.)

El siguiente paso conviene a lo referido por Eva Lootz que mobiliza el deseo entre nombrar y mostrar. Previo a esto están los momentos de crisis y des- o re-conocimiento que Barthes denomina “actos de ansiedad” y se harían manifiestos desde “la noción de vacío y la función del agujero, trauma y sutura, tal como se presentan en la dimensión de lo real psíquico” según palabras de la profesora Accarini, y que requieren a su vez de movimientos intencionados del artista para “ubicarse” y efectuar algo entre los registros. Se presenta un primer autorretrato ineludible que operará como una especie de interfaz entre el retratista, quien mira y el retratado que establece relación o ruptura dependiendo de la mediación e interpretación (y entre estos tres al menos uno de ellos aparece como figura “fantasmal”, el fantasma se encuentra a sí mismo expuesto a una represión –en la memoria de-).


Así que ¿Cómo re-tratar a ese fantasma, cómo deconstruir esa memoria?

El meollo puede estar en la instancia de des-figuración de esa presentación, en ese momento presente ante la aparición, que casi siempre resulta indeseada; es la problematización de la espacio-temporalidad en tal situación lo que veo como horizonte de posibilidad en él. Y esto implica un volcarse a la figura espectral que responde y migra “entre realidades culturales, históricas y no universales”, que exigen visiones y procesos renovados con respecto a los no infrecuentes “pasados problemáticos”. Volviendo al tema, como no hay símbolos universales para el psicoanálisis, tampoco hay lo histórico sin lo local; hay un carácter configurado por los horizontes en diálogo o en conflicto del individuo y su “lugar” en el mundo, lugar que muy a menudo goza de particularidades fantasmáticas, donde se ponen en juego atribuciones y temporalidades de lo desconocido – inaccesible. –El espectro es clave en la construcción de “procesos de transmisión cultural de pasados problemáticos”.


Parafraseando a Zuzanna Dziuban en “Memory as Haunting”, habrá que preguntarle al fantasma qué necesita, qué es lo que hay que hacer.


Entre el hacer y la creación está esa promesa de un advenimiento, del punctum de Barthes opuesto a encasillamientos alienantes. Entonces la figura fantasmal deviene política, pues transita libremente de su asiento local al mundo entero de las imágenes, subvirtiendo lo íntimo con su descolocación en el quehacer diario, el habitar, y lo público y global. Exige recolocar la memoria equívoca, el pasado, a través de «la propiciación del ritual, la ceremonia, el monumento y las negociaciones con la muerte» (Félix de Azúa, en “El arte rupestre, un arte eterno, conferencia); como la libido misma, el fantasma es capaz de migrar entre ese espacio reservado al “más allá” (del todo y la nada, del final y el origen) y el nuestro confinado pulsando, “pinchando” las representaciones; la cuestión es cómo tratar el displacer de hallarnos con eso, una aparición. (Lo importante aquí es saber que no importa si existe).

5. BORRADOS (LOS NOMBRES)

Esta Hauntology con la que mis pulsiones se arriesgan es tan múltiple que va de fijaciones aurales y hápticas muy personales al ansia de utopías sociales, y tan absurda que implica poner en peligro de desaparecer a la memoria misma, como se supone. Se venía inclinando hacia prefigurar personajes no leídos, a través de lo único que sé, sus nombres; ahora pienso que también podría ser al revés, y pasar de esa exigencia íntima de inventar al mundo y conjurar las cosas ya hechas que me han traumatizado, que he soñado, a la búsqueda de ese otro que soy en intercambio de “gestos fundantes”, la “intimidad colectiva” de Slavoj Žižek; «él (dice) descubrió la intimidad colectiva en las piezas para piano de Erik Satie. Las clasifica como un tipo de comunismo musical, alejado de los coros propagandísticos y de las grandilocuentes cantatas dedicadas al Estado. Se trata de una música donde lo relevante es el fondo: quien la escucha traslada su atención desde el tema hasta ese fondo, igual que la política debe trasladar el interés desde los heróicos individuos al trabajo de la invisible gente ordinaria. […] Entre las múltiples anotaciones perdidas que dejó Satie, hay un texto que suena enigmático, aunque en realidad no lo es: “Me llamo Erik Satie, como todo el mundo”. Así es lo común. Cualquier músico en un bar puede llamarse Erik, al igual que la vecina del edificio de enfrente puede llamarse Antígona. En el fondo, todo el mundo puede vibrar íntimamente.» (en http://www.diagonalperiodico.net/culturas/23868-la-intimidad-colectiva…)


Así mismo Žižek ha referido en alguna de sus charlas el paradigmático retrato de Malcolm X, presente en ese signo-letra que desestabiliza un orden hegemónico instaurado a través de la violencia, la explotación y la exclusión (así mismo el cuerpo ideológico zapatista en figura del otrora subcomandante Marcos); y no obstante esa disolución de la individualidad del retrato emancipador este es también brote y despliegue de subjetividades; me pone a pensar en ese inestable lugar de lo “virtual” que experimentamos cada día con más intensidad/ desasosiego, en la época singular histórica que significó este 2020, sitiados por la pandemia, donde la interfaz y las pantallas desfiguran y reconfiguran incesantes eso que presumiblemente somos. Es curioso que antes de que esto ocurriera, supongo que por asidua y compulsiva exposición a coleccionar formatos de texto y capturas de imagen, ya tenía la idea de que al menos así daría inicio (si bien espero que no final) al asunto con el retrato.


Nudo de los pastos. Macizo colombiano. Piedra. Yo. (Breve autorretrato).

También de vuelta-así por el momento sea de oídas- a las fuerzas naturales y orgánicas, en desplazamientos varios. “Pasando de un discurso a otro” para “encarnar esa subjetividad que entonces interesa por su presencia material” (I. Accarini), quisiera que este objeto de-re-tratamiento implique en algo ese “cuidado y curación” discutidos en en el seminario, pongo a mi cuerpo como voluntario para darle curso. En ese “vacío de imágenes y narrativas de lo Real” el espejo ya no me refleja, soy el espejo (la piedra pulida para ser espejo).


“El sí en tanto otro, única condición para que haya relación” ibid. Nos hace uno el ser hijos de una voz y un rostro Otro. Obliterados los nombres, resta esa dimensión casi física del vínculo que se fija en la imposibilidad de un recuerdo. Resta la relación con el fantasma. De esta invención de autorretrato (en el acogedor y vibrante espacio del seminario) concluyo: A través de esa piedra, nacimiento, curso, des-borde, cuenca, puedo dar cuenta de algo de tu procedencia, de tu sentir y quehacer.


¡Ah, si pudiera hacerle(s) escuchar, si pudiera(n) ver (mejor escuchar) lo que estoy viendo y escuchando en esta hora!


(Y el correo no enviado diciendo de los fantasmas)

¿”NUDO” (OMBLIGO) SIN DESENLACE?
-EL TEJIDO-

III.
[Ya estoy lejos de la imagen de la cual partí (el hombre
frente a la sábana), o quizá estoy tan cerca que
ya no la veo. 28/06/2017].
-.-


Bordeando el lugar donde no hay imágenes ni significantes, que “no puede narrar historias, formar ensoñaciones ni articular identidades”, trabajando “en el borde silencioso entre lo psíquico y las fuerzas o corrientes sensoriales del organismo” (I. Accarini) mi lengua discurre territorios genealógicos al tiempo que espacios cósmicos. En un nudo umbilical de los Pastos se tejen maternalidades paradójicas, paternalidades excéntricas –y perplejas-, hermandades (afectos y solidaridades) utópicas. El horizonte de ese tejido discursivo de un cuerpo tratado y retratado en el sueño del Arte aparece para recordar, rehabilitar, recrear lenguajes acogedores y enlazantes. Eso es lo que creo, fuera y dentro de las voces (y los nombres).*


*Terminando de escribir esta conclusión, el día martes 08 de diciembre de 2020, a las 8:03 a.m. un lugar de Urcunina “bramó”.

DÉ CLICK AQUÍ PARA RETRATO .C.

¡GRACIAS!


BIBLIOGRAFÍA, PG. 2
CLIP 4, PG. 3
CLIP 3, PG. 4
CLIP 2, PG. 5
CLIP 1, PG. 6
Categories lenguajes artísticos, UNATags , , , , , ,
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